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lunes, 10 de septiembre de 2012

¿QUÉ HACE EL CARTERO EN EL LAVABO DE MI CASA?


Lo  que voy a contaros no me sucedió a mí en persona, pero os puedo asegurar que es del todo cierto.
Sucedió en un pueblo muy pequeño, uno de esos pueblos en los que se conocen todos sus habitantes, las puertas no se cierran con llave y todos se ayudan entre sí.
Por supuesto que el cartero también es conocido por todos. Y fue por esa confianza entre todos los habitantes de aquel pueblo que pasó lo que pasó.

Andaba un día el cartero de esa pequeña población repartiendo las cartas, cuando de pronto empezó a sentirse algo indispuesto.
-Las alubias de anoche... - pensó, mientras un fuerte retortijón le obligaba a detenerse de nuevo - Ya me avisó mi mujer de que tanto chorizo picante no me sentaría bien...
Sintió muchas ganas de ir al lavabo, pero aún le quedaban muchas cartas por repartir y la oficina de Correos quedaba muy lejos.
-No llegaré - Se dijo, mientras una afortunada ventosidad le aliviaba momentáneamente su malestar.
Por fortuna se había detenido ante el portal de un matrimonio con el que mantenía una estrecha amistad.
Llamó a la puerta y le pidió a la mujer que por favor le dejara ir al lavabo.
-Pues claro que sí, hombre - le contestó - ya conoces el camino.
El cartero entró en el lavabo, y  en eso que la indisposición le produjo un sopor tal que, sin darse cuenta, se quedó adormilado allá sentado.
Mientras tanto, la mujer había seguido con las tareas de su hogar y ni siquiera se había dado cuenta de que el cartero no había salido de la casa.
A la hora de comer llegó el marido a la casa.
Abrió la puerta, colgó la chaqueta en la percha y se dirigió al lavabo para asearse un poco antes de comer.
La sorpresa que se llevó el hombre cuando entró y vio allá al cartero, con los pantalones por debajo de las rodillas, sentado en el retrete y medio adormilado, fue mayúscula.
-¡María! ¿Se puede saber qué hace el cartero en el lavabo, y con los pantalones bajados?

Menos mal que eran muy buenos amigos y se aclaró todo en un momento. Durante mucho tiempo se partían de risa sólo de recordar aquella cómica situación.

Cerrad los ojos por un momento y tratad de imaginar la cara que pondríais si, cualquier día de estos, al llegar a casa, os encontrarais al cartero en vuestro lavabo, con los pantalones bajados...




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